viernes, 9 de noviembre de 2012

Vagos recuerdos...

Todas las heridas se curan. 
Los rasguños dolorosos que molestan al final acaban por desaparecer. Las heridas profundas acaban por curarse. 
El amor no es un tipo de herida. 
¿De verdad pensáis que el amor no correspondido te hace una herida en el corazón? ¿Realmente creéis que los corazones se rompen? Ingenuos. 
Un vago recuerdo viene a mi mente. Un árbol. Dos niños y un adulto. 
El árbol estaba manchado con spray azul, lo recuerdo como si fuera ayer. Un árbol pequeño que no molestaba a nadie estropeado por una gamberrada a la naturaleza. 
A la niña le daba mucha pena. 
-Papá - dijo - ¿Podrías quitarlo? 
-Claro que sí - contestó su progenitor. 
Y de su bolsillo, sacó una navaja pequeña, como las que usan los exploradores y cortó un trozo de corteza que dejó una herida profunda en el pequeño árbol. 
-¡Te has pasado! - replicó la niña. 
-No pasa nada, le volverá a crecer. 
Pasaban los días y la niña iba a comprobar si la corteza crecía, pero siempre le parecía igual que el día anterior. 
Vinieron las vacaciones de verano y la niña y su familia se fue durante dos meses. Cuando volvieron, el árbol había empezado su curación, pero seguía teniendo una herida profunda. 
Años tras años, la niña fue olvidándose del pequeño árbol, que seguía curándose lentamente, hasta que, un día, nublado, decidió pasear a su perrito. 
El perro, como buen animal que era, decidió que aquel raquítico árbol era el perfecto para servirle de inodoro. 
La niña, levantó un momento la mirada de su teléfono móvil y, de abajo hacia arriba, recorrió con la mirada el árbol, deteniéndose en un punto.
La niña sonrió mientras gotas de lluvia empezaban a caer. 
-¡Vamos Coco! - llamó a su perro - ¡Qué nos llueve! 
Mientras ella y su mascota corrían a refugiarse en la lluvia, pensó en el pequeño árbol y en como su herida, estaba sanada completamente.

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